HELLFEST en Francia, 19 al 22/6/2025

Nos dirigimos al oeste de Francia para asistir nuevamente al Hellfest, el festival de heavy metal más grande de Francia y uno de los más relevantes de Europa. La pequeña ciudad de Clisson, con poco más de 7.000 habitantes, se transforma cada año para recibir a cientos de miles de metaleros dispuestos a disfrutar cuatro días intensos repartidos en seis escenarios.

Decidimos comenzar el jueves 19 de junio, el primer día del evento, y nos dirigimos al escenario Temple para ver a Misþyrming, la banda islandesa de black metal que, por comodidad, se escribe también como Misthyrming para evitar los complejos caracteres de su idioma natal.

Aquel jueves se sintió un calor fuerte, con picos de 37 grados, pero el cuarteto de Reykjavík trajo una atmósfera de frialdad nórdica con sus riffs, alternando rápidamente entre disonancias y melodías. Canciones como “Ég byggði dyr í eyðimörkinni” podían sumergir al público en un trance o desatar un mosh violento, mientras que “Með Hamri” aportaba un brillo inesperado a su música. Con su maquillaje característico de líneas negras, que los hacía parecer guerreros listos para la batalla o un ritual, ofrecieron un set poderoso de cuarenta minutos.

Un poco más tarde, todavía en el Temple, vimos a Ihsahn, el cantante de Emperor, acompañado por su banda solista. Su virtuosismo con la guitarra y su voz, que combina guturales agudos con una apariencia desenfadada, conquistaron al público, que respondió con headbang y aplausos respetuosos. Interpretó temas como “Telemark”, “The Promethean Spark” y “Lend Me the Eyes of Millenia” en un show sonoro destacado.

Ya entrada la noche, nos trasladamos al escenario Altar para ver a Whitechapel, una de las bandas más importantes del deathcore. Con un fondo visual alusivo a su último disco Hymns in Dissonance, ofrecieron un espectáculo brutal y preciso, centrado en temas recientes como “Prisoner 666” y “Hymns in Dissonance”, y también clásicos como “This Is Exile”. La combinación de tres guitarras, un bajo contundente y la batería precisa, junto con la versatilidad vocal de Phil Bozeman, mostraron por qué siguen vigentes. El público acompañó con instancias de mosh y circle pits, aunque algo más de movimiento no hubiera estado de más.

Volvimos al Temple para ver a Alcest, la banda francesa liderada por Neige, que presentó un set basado en sus dos últimos discos Les chants de l’aurore (2024) y Spiritual Instinct (2019). Con un escenario decorado con motivos japoneses, envolvieron a un público numeroso en su particular mezcla de riffs oníricos y violencia, característica del blackgaze. Temas como “L’Envol”, “Améthyste” y “Écailles de lune – Part 2” fueron recibidos con entusiasmo, aunque en algunos momentos el sonido se vio ligeramente afectado por la cercanía del set de Electric Callboy, que se podía escuchar si uno prestaba atención.

Grima

Para terminar con este primer día, nos fuimos al Mainstage 01 para ver a Korn y quemar los últimos cartuchos con unos buenos clásicos numetaleros. Abriendo con “Blind”, desde el primer momento se sintió la energía de estas leyendas del metal moderno, arriba del escenario, aunque el público se sintiera un tanto quieto, aunque esto se puede entender si consideramos que ya eran las 23:00 y muchos ahí habían estado durante horas con el tremendo calor que se había sentido. El setlist estuvo más que nada centrado en los noventas, con una seguidilla de clásicos (“Got The Life”, “Here To Stay”, “Shoots and Ladders”), con “Cold” siendo la única canción post 2005 de la lista. ¿Ya se habrán convertido en una banda de nostálgicos? A pesar de eso, un buen set para pasarla bien con canciones llenas de tópicos de miseria y tristeza, como se espera del nu metal.

El viernes 20 de junio, segundo día del Hellfest, comenzamos en el escenario Altar con Nervosa. Aunque la banda brasileña ha pasado por muchos cambios de integrantes, la actual formación, con mezcla de músicos brasileñas, griegas y neerlandesas (oficialmente con dos bajistas que se alternan), demuestra que Prika Amaral, guitarrista y ahora cantante, ha elegido bien a sus compañeras. Amaral domina los riffs thrash al estilo Slayer y su voz afilada encaja perfecto con la banda, mientras Helena Kotina la acompaña con fuerza en los riffs. Canciones como “Kill The Silence”, “Death!” y “Masked Betrayer” mostraron el poder en vivo de Nervosa, dejando buenas expectativas para esta nueva etapa desde Grecia.

Después de Nervosa, seguimos en el Altar para ver a 3 Inches of Blood, banda canadiense que tuvo su apogeo antes de mi época, pero que regresó tras separarse en 2015. Con un gran número “3” detrás, empezaron con “Fear On The Bridge (Upon The Boiling Sea I)”, con Justin Hagberg en voces podridas y luego Cam Pipes con su característica voz aguda y apariencia de veterano metalero canadiense. El show fue muy dinámico, con Ash Pearson impecable en la batería y la dupla de guitarristas Hagberg y Shane Clark mostrando riffs poderosos. Pipes incluso habló en francés al público antes de “Destroy The Orcs”, y cerraron con “The Goatriders Horde”, un broche explosivo para un gran show que mantuvo vivo el metal canadiense.

Cypress Hill

A las 18:30, en el Mainstage 01, llegó uno de los platos fuertes del día: The Cult. A pesar del calor sofocante y el sol brillante, los ingleses se mantuvieron fieles a su estética oscura y gótica, entregando un repertorio lleno de clásicos con riffs fuertes y directos. Ian Astbury sorprendió con su voz y energía, moviéndose por el escenario como si no tuviera más de 60 años, mientras Billy Duffy aportaba riffs con mucha fuerza y oscuridad. Tocaron temas como “Wild Flower”, “Rise”, “Rain” y cerraron con “Love Removal Machine”, confirmando que The Cult siempre ofrece una fiesta asegurada.

Sobre The Hu, la banda de folk metal mongola que ha ganado fama rápidamente, tengo ciertas dudas sobre su popularidad real en Mongolia y el ruido mediático que los rodea. Sin embargo, su mezcla de instrumentos tradicionales mongoles con rock y metal, junto a su canto gutural “xöömej” y su vestimenta típica, resulta llamativa. Aunque a veces parecían más ruido que sustancia, su show fue entretenido, con temas destacados como “Upright Destined Mongol” y la nueva “Chi Bishee”.

Regresamos al Altar para ver a las leyendas del thrash metal Exodus, que desataron una tormenta de riffs poderosos. A pesar de no ser mi cantante favorito, Rob Dukes mostró gran energía y los guitarristas Gary Holt y Lee Altus funcionaron como una máquina imparable de riffs. Me sorprendió que tocaran en un escenario más pequeño en vez del principal, donde merecerían estar por historia y nivel, pero eso también ayudó a que el pogo se desatara con temas como “Bonded By Blood”, “Blacklist” y “The Toxic Waltz”.

Para el final, tuvimos a uno de los nombres más populares en la lista del festival, con los ingleses Muse, quienes cerrarían el Mainstage 01. No soy muy fan de Muse aunque siempre me dijeron que sus recitales eran espectaculares, pero parece que ese viernes el sonidista decidió conspirar contra el trío haciendo que la guitarra de Matt Bellamy fuera extremadamente difícil de escuchar. ¿Qué pasó ahí? Considerando lo importante de sus texturas de guitarra en la música de la banda, podemos decir que la presentación de Muse tuvo una mancha demasiado enorme encima por más que los músicos intentaran, con el volumen no acomodándose hasta que pasaron como seis canciones. El enfoque en el último y mediocre disco tampoco ayudó, subiendo un poco las reacciones con los clásicos como “Supermassive Black Hole” y la final “Knights of Cydonia”. Sí, caigo en la obviedad de las canciones pero no hay otra manera de decir que el debut de Muse en el Hellfest estuvo muy lejos de las expectativas que muchos que sí son fans tenían de semejante evento.

Nuestro tercer día en el Hellfest comenzó con una visita directa al Valley para ver a los ingleses Conan. Trajeron riffs tan pesados como el mismo universo y canciones lentas de sludge doom con atmósfera de fantasía épica, acorde a su nombre de guerrero bárbaro. Entre el fuerte olor a marihuana, disfrutamos de un set perfecto para un headbanging lento pero decidido. “Desolation Hexx” sonó más densa que el sol que nos alumbraba, con Jon Davis entregándose por completo en guitarra y voz, acompañado por Johnny King en batería y David Ryley en bajo, que formaron una base sólida como roca. Un gran show para acompañar con una buena cerveza y saborear ese metal clásico a medio tiempo.

Conan

Siguiendo con el clásico, tenía ganas de ver a los canadienses Spectral Wound en el Temple, y por suerte cumplí. Su presentación estuvo a la altura de las expectativas, con un quinteto que lleva el espíritu del black metal tradicional y el rock’n’roll en la sangre, sin necesidad de recurrir al blastbeat constante para generar oscuridad. Canciones como “Soul Destroying Black Debauchery”, “Less and Less Human, O Savage Spirit” y “Aristocratic Suicidal Black Metal” podrían asustar antes de escucharlos, pero en vivo fueron puros riffs y buenos momentos, pese al calor. Jonah Campbell es un gran cantante con voz podrida, y su sonido rockero es bienvenido en el black metal. Se merecen una escucha.

Espectral Wound

En el Valley también actuaron los doomers estadounidenses Windhand. Comenzaron con una larga introducción de acoples de guitarra a cargo de Garrett Morris para abrir “Old Evil”. Desde el inicio se percibió la potencia del grupo: las guitarras de Morris y Leanne Martz, el bajo de Tommy Hamilton y la batería de Ryan Wolfe, coronados por las voces fantasmales de Dorthia Cottrell, que es el sello característico de Windhand. A pocos días de la despedida definitiva de Ozzy y Black Sabbath, fue hermoso ver que el legado de los riffs de Birmingham sigue vivo, con un espectáculo lento pero intenso bajo el fuerte sol. Esperamos nuevo material tras siete años de espera.

Winhand

Winhand

En el escenario Altar, era el turno de los alemanes The Ocean. La influencia de Neurosis es muy notoria en esta banda liderada por Robin Staps, con canciones lentas llenas de densidad, distorsión y atmósfera apocalíptica, su especialidad. Lo curioso del set fue que fue el último recital con el cantante Loïc Rossetti y el guitarrista David Ramis Åhfeldt, miembros de 16 y 7 años respectivamente, sumado a la salida del baterista Paul Seidel en febrero. No está claro qué sucede dentro de la banda, aunque parece que todo es en buenos términos. Tras verlos en el Hellfest, espero que esto no afecte negativamente su futuro.

En el Mainstage 01, el público se acumulaba para ver a dos gigantes de la guitarra juntos: Joe Satriani y Steve Vai, bajo el nombre SATCHVAI BAND (todo en mayúsculas). Nunca fui muy fan de guitarristas ultra virtuosos salvo excepciones centradas en componer, pero el show fue entretenido incluso para quienes no son “nerds” de la guitarra. Satriani y Vai se pasaban los solos uno al otro, con Kenny Aronoff en batería y Marco Mendoza en bajo, músicos profesionales a la altura. Interpretaron temas propios (“Surfing With The Alien”, “Satch Boogie”, “If I Could Fly”, “Teeth of the Hydra”, “Zeus In Chains”, “For The Love Of God”) y colaboraciones como “I Wanna Play My Guitar”. Fue un gran espectáculo musical para los fans del virtuosismo.

El grande que iba a encargarse de cerrar el tercer día del Hellfest serían los alemanes Scorpions, leyendas del rock pesado que están festejando nada menos que su 60° aniversario.  ¿Cuántas bandas pueden decir semejante cosa? Y festejar fue ciertamente lo que hicieron, porque lo de Scorpions fue una fiesta de puro rock viejo y aguerrido, con una base instrumental fuerte y precisa después de décadas de experiencia. El punto más flaco fue Klaus Meine, quien hace rato parece tener problemas para mantener su voz, algo que cabría esperarse de un cantante de 77 años. Pero la gente ayudó mucho en cada canción, sea en más modernas como “Gas In The Tank” o clásicazos como “Bad Boys Running Wild”, “Still Loving You” o la balada ya quemadísima “Wind of Change”. A pesar de la edad, Scorpions siguieron adelante y lograron cerrar con buena nota a pesar de que pareciera que 90% del setlist sigue siendo el mismo desde hace años.

El domingo 22 de junio, cuarto y último día del Hellfest, arrancamos yendo al Mainstage 02 para ver a Lorna Shore, que justo estaban comenzando su show. Recordaba que en el primer día había visto a Whitechapel, y eso me hizo pensar en la aceptación que ha logrado el deathcore en los últimos cinco años, o al menos ya no es una mala palabra tan fuerte. Ver a una multitud enorme lista para verlos fue esperanzador.

Lo de Lorna Shore en vivo es tremendo, para decirlo simple: se puede criticar el uso de pistas orquestales de fondo, y muchos dicen que deberían usar un tecladista en vivo, pero la performance en el escenario es hipnótica. Andrew O’Connor y Adam De Micco, con su llamativa guitarra rosa y amarilla fluorescente, se sacaban chispas en riffs y solos, mientras Mike Yager y Austin Archey eran una base brutal en bajo y batería. Pero casi toda la atención estaba en Will Ramos, que mostró una variedad impresionante de gritos guturales, chillidos y pig squeals, como si un demonio se apoderara de él. Más impresionante aún, porque lo hacía canción tras canción en vivo, mientras agitaba al público y lanzaba frases en inglés y francés.

El público estuvo prendidísimo desde el primer segundo, con un enorme circle pit demostrando habilidades karatecas en temas como “Sun//Eater”, “Cursed To Die” y “Oblivion”. Fue un espectáculo tanto de la banda como de su público, y sin duda uno de los mejores shows de esta edición del Hellfest.

Lorna Shore

Para bajar un poco las revoluciones, caminamos hacia el Mainstage 01 para ver a Eagles of Death Metal. “Bajar las revoluciones” es un decir, porque Jesse Hughes y compañía no son una ola de distorsión y guturales como Lorna Shore, pero tampoco una banda suave tipo The Eagles. Su hard rock garajero y blusero fue un buen contrapunto bajo el sol abrasador del domingo francés.

Canciones como “I Only Want You”, “Cherry Cola” y “I Want You So Hard” hicieron pasar un buen rato, incluso estando junto a “I Love You All the Time”, dedicada a las víctimas del atentado de 2015 en la Sala Bataclan, un hecho tristemente asociado a la banda. Aun así, la vibra se mantuvo positiva con un show muy bueno.

Eagles of Death Metal

Kylesa

Cada vez que veo a Kylesa mencionados pienso: “¿No es esa la banda con dos bateristas?”. Su disco Static Tensions es uno a los que siempre vuelvo, por eso me da pena que en su último álbum Exhausting Fire (2015) hayan dejado esa formación, y que en su regreso en 2024 no la hayan retomado, porque les daba un toque único. Más allá de eso, Kylesa se mostraron pesados y jodidos en su set en el Valley, con esa mezcla de suciedad y peso que definió a las bandas de la ola sludge metal de hace 15 años.

Philip Cope y Laura Pleasants trajeron riffs graves que parecían cruzar un desierto, mientras el recién llegado Casey Rogers, sustituto del también nuevo Roy Mayorga (un tipo que parece haber tocado con todo el mundo), daba cátedra en los platillos. Un show poderoso de los estadounidenses, que ahora están en una nueva etapa que espero sea muy fructífera.

 

En el Temple, vimos a The Kovenant. Los noruegos estaban dando una seguidilla estable de recitales después de casi quince años, tocando completo su segundo álbum Nexus Polaris. No sé cuánto hay de estrategia, pero pareciera ser una forma de reconectar con sus raíces blackmetaleras, tras haberse volcado al sonido industrial en los 2000. The Kovenant nunca tuvo buen currículum tocando su material viejo, pues en 2005 regrabaron su debut In Times Before the Light con su nuevo sonido industrial, pero en el Hellfest mantuvieron el sonido original que tanto quiere su público fiel.

Lex Icon no tenía la voz al 100% en vivo, pero no incomodó realmente, y los teclados junto a los riffs melódicos compensaron con creces. La extensa “The Last Of Dragons” fue el mejor momento del show, sobre todo gracias a las voces femeninas de Sarah Jezebel Deva. Ojalá, cuando termine el homenaje a este disco especial, la banda pueda volver con material nuevo, que ya se está haciendo esperar.

Ya de noche, volvimos al Temple para cerrar no solo la jornada, sino también nuestra estadía en esta edición 2025 del Hellfest con Eisbrecher, los segundos grandes de la escena industrial alemana después de Rammstein, en mi opinión. Con una atmósfera mental helada, tras la intro “Minus 90 Grad” (ojalá hiciera -90 grados con el calor que había), Eisbrecher desató la fiesta con “Everything is Wunderbar” y “Himmel, Arsch und Zwirn”, marcadas por la voz profunda de su cantante Alexx Wesselsky, capitán de la banda durante toda la presentación. Las guitarras metaleras se combinaron perfectamente con los teclados, y Alexx se tomó el tiempo para dedicar algunas palabras en francés al público. Eisbrecher ofrecieron un espectáculo de lujo en las aguas complicadas del Hellfest.

Eisbrecher

Tras haber visto a Korn en este Hellfest, no nos quedaba otra que ver a otro pilar del nu metal que estaba haciendo su presentación: Linkin Park. Bueno, “Linkin Park”: todavía se me dificulta aceptar la idea de una versión de la banda sin Chester Bennington en las voces, algo que sentiría si estuviera Emily Armstrong o absolutamente cualquier otro cantante. Dos días antes cancelaron el recital que iban a hacer en Berna, Suiza, por “una enfermedad”, y parece que cualquiera que haya sido la enfermedad afectó la presentación en el Hellfest. Simplemente no se sentía la energía que se espera de un recital de Linkin Park, y por más que las pantallas alrededor mantuvieran el espectáculo visual, la verdad es que no creo que haya resultado como se esperaba. Y viendo las canciones nuevas en vivo, diría que Shinoda debería dejarle las voces cantadas a Armstrong de una vez por todas y que se dedique a rapear, porque simplemente no pega. Perdón, pero no lo sentí.

Así que puede que el final no fuera tal cual nos lo esperábamos y que tampoco hayamos visto a todas las bandas que esperábamos poder ver. Pero es lo que suele pasar con los festivales que encima tienen muchos escenarios, y por suerte lo que vimos fue con un promedio muy alto.

Crónica: Pablo Gándara – Fotografía: Jaime Photolive

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